Te suena esta escena:
Te preguntan en la oficina cómo estás y tú respondes: “Bien, todo bien”, mientras por dentro solo quieres cerrar el portátil, desaparecer del chat de Teams y pedir vacaciones… de la vida. 😮💨
No es que odies tu trabajo. Es que te sientes agotado, desconectado, sin motivación.
Y cada lunes es una carrera para llegar al viernes con la energía emocional en saldo rojo.
¿Sabes qué es eso? Un grito silencioso de tu salud mental.
No siempre es el trabajo… pero muchas veces sí lo es
Y ojo, no se trata de andar culpando a la empresa por todo.
Pero si tu día a día laboral está lleno de reuniones vacías, falta de reconocimiento, líderes que no escuchan y una cultura de “productividad tóxica”… pues tu cabeza y tu corazón no son de piedra.
Tu cuerpo lo empieza a notar: te cuesta dormir, estás irritable, procrastinas más, comes por ansiedad o simplemente pierdes ese brillo que antes tenías.
Y aunque no lo digas, lo piensas:
“Estoy bien… solo que quiero renunciar.”
¿Entonces qué hacemos? ¿Renunciamos todos?
No. Pero sí necesitamos empezar a hablar de salud mental con más seriedad y menos tabú.
Porque muchas veces, no quieres irte del trabajo. Solo quieres sentirte mejor en él.
Pistas de que tu salud mental está pidiendo auxilio laboral (aunque no lo digas):
📌 Te despiertas y lo primero que piensas es “hoy no quiero ir”
📌 Empiezas a sentir indiferencia por lo que antes te motivaba
📌 Cuentas los días para el festivo como si fuera salvación
📌 Evitas los chats, las llamadas, las reuniones… todo
📌 Tu cuerpo empieza a hablar: fatiga, dolor de cabeza, tensión
No estás exagerando. Solo estás ignorando señales que merecen atención.
Entonces, ¿qué sí puedes hacer?
- Habla con alguien de confianza.
- A veces un buen colega escucha más que mil hojas de Excel.
- Ponle nombre a lo que sientes.
- No es flojera. Es agotamiento. No es drama. Es ansiedad. Nombrarlo ayuda a entenderlo.
- Busca microacciones de autocuidado.
- Un paseo corto, cerrar el correo 15 minutos antes, decir “no puedo con esto ahora”. Todo cuenta.
- Evalúa si puedes hablar con tu equipo o líder.
- No como queja, sino como búsqueda de soluciones.
- Y si ya lo intentaste todo… valora dar el paso.
- Porque quedarse en un lugar que apaga tu luz también es una forma de renunciar, solo que lento.
La salud mental no es un privilegio.
Es una condición básica para trabajar, vivir y estar con otros.
Así que si últimamente sientes que no puedes más, no eres débil. Eres humano.
Y mereces un entorno donde eso se entienda, se cuide y se converse… sin miedo a sonar “demasiado sensible”.
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Este artículo fue creado por el área de Marketing de Edutegia®, con apoyo de Chat GPT, parte de nuestro combo edutegico.
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